Crean figuras codificadas,
avatares del tiempo y espacio,
para desestimar lo auténtico
y soslayar con formas la esencia.
Juegan con los conceptos,
malabares de ironías y prejuicios,
avergonzando a la verdad
y culturizando miedo incondicional.
Entonces,
entre caóticas distracciones
y disfraces aterradores,
los demás buscamos la empatía,
alguna excusa para la existencia
y el abrazo intelectual.