domingo, 16 de diciembre de 2012

El monstruo que creamos

Se forjó con nuestra indiferencia,
nuestras ilustres fantasías
y sus posteriores caídas,
con el coqueteo del amor
la posibilidad del encanto,
enmascarada utopía.
En su desenlace,
el monstruo que hemos creado
tuvo sus últimos retoques
a manos de los vicios,
yugos de la rutina,
la hipocresía
y la religión de la razón...

martes, 11 de diciembre de 2012

Lo Prohibido

Color, aroma de pasión
gozan las pieles magnas
al roce efímero de los dos,
al doblez hecho en lo prohibido
en suspicaz celebración.
Y el hervor de nuestras venas
hace niebla a los prejuicios
cubre el escape del corazón.

#25

Al término de un suspiro, y el desahogo hecho, se reabren las puertas a la poesía; al portal por donde la mezcla ficción-sentimientos, se abre camino para dejar las Letras en Tierra.

lunes, 26 de noviembre de 2012

#24

Partida el alma, vuela en dirección opuesta a los sentidos. Se aleja al canto desgarrado del corazón. Ya no cuenta con la unión al cuerpo, al compromiso vital. Nuestras esencias se distancian a pasos agigantados, dejando sin aliento al universo en expansión. Quiso ser ley de vida la separación y separar contacto, amor.
El consuelo está en encontrar regocijo en el pasado, en pasar el tiempo atando cabos hasta llegar al presente. O dar riendas a la imaginación en algún punto; inventar destinos, cambiar los rumbos que elegimos. Y así en romance o lúgubre desamor, cambiar toda esta “nada” por algo que deje atiborrados de colores a los espacios en blanco acomodados por la rutina. En esos momentos poéticos donde todo parece latir, vibrar a la frecuencia correcta, encontrarte veraz, candente y hasta pura, sorprendiendo a la belleza misma con tu existencia, poniendo en duda su definición.
Pero siempre en juego entran las naturalezas, y sobre todo yo no soy un buscador. Me mortifica la vergüenza, el admitirte como punto débil, tenaz devoción. El orgullo hace estragos en ambos bandos, el prejuicio completa el círculo de nuestra taimada pasión.
Entonces tiempo y vida, en constante contradicción; buscan en mi mente formar un concepto sostenible, de moderada aceptación, en pos de permitirme dar un paso adelante y volver a caminar. Este mar de desahogos llega a su fin. y la última ola deja el último secreto en orillas de la Poesía.

Amor, palabra inagotable
deseo del deseo,
argumento único de la pasión.
Somos medio y no fin,
somos o fuimos,
conductores vivos en consumo,
brasas del querer,
desagotando el calor acumulado
creando seres a semejanza
dando paso a la continuidad,
lugar al tiempo y a las cenizas,
al olvido mismo.
Y así reducir nuestra existencia
a un instante, un fugaz abrazo,
al eco de nuestra unión...

miércoles, 3 de octubre de 2012

#23

Inercia, festín de imitaciones produciendo amaneceres forzados.
Respiró hondo sin saber que sería su última bocanada. Cayó pensando en qué haría al día siguiente, sintiendo que siempre podría levantarse de sus constantes caídas. Golpe seco en el corazón, vencida mirada al instante, seguida de un calor acogedor en el pecho. La sensación de frío que el piso le daba fue disminuyendo rápidamente, como también el sonido de sus familiares llamándolo por su nombre.
Entonces soledad, la amarga oscuridad que tantas veces sintió aún en compañía, sumado a la desesperación ajena de sus seres queridos. Soledad y desesperación, último contacto.
Antes del fin, la imagen de quien amaba apareció en su cabeza. La fé parecía haber ganado la última batalla, aunque la guerra seguramente fuera para la lógica y el cuerpo desmoronado. Lentamente los cabellos de su amada comenzaron a moverse, y el brillo de sus ojos parecía un reflejo en movimiento. El instante saneado lo hacía sentir presente, aunque ella no lo mirara. Allí en ese letargo, podía sentir que la acompañaba en esa eternidad, sentirse cómplice de su sonrisa y adorarla como si él fuera el detonante. Quería acariciar su cara con todas sus fuerzas, abrazarla en llanto desproporcionado. Pero estaba atrapado en esa realidad tiesa, forjada en frágil por su pasado, hecha mil pedazos por su presente.
Dijeron que el corazón estalló. Pero él siempre pensó que ya lo había hecho tiempo atrás. Y que un hombre no muere por eso, muere por dejar de soñar. Que al “ser” y “estar” se sumó vespertino el “parecer”, antes de que el día de la vida termine y anunciando la llegada de la noche. Entonces el no “parecer” era no pertenecer, y así no podría seguir mucho más. Entendía que era una posibilidad no ver sus sueños realizados, pero que si no dejaba de soñar nunca se daría cuenta. Algo de razón tuvo, más allá de esa última pasada. Lo dejaremos descansar en paz.
La sombra de su medio perfil se iba incrementando, haciéndose evidente que la noche llegaba. Ahora ella no sonreía, y él presentía que añoraba el sol. Pronto vio una lágrima descendiendo hasta su pronunciada mejilla. Sintió el dolor más grande que jamás hubiera sentido en vida. La culpa. Se sentía culpable de haberla llevado a esa imitación, aunque no fuera cierto nada de eso, aunque era todo una imagen eterna adornada por los últimos circuitos funcionales de su cerebro. La culpa destroza la verdadera espiritualidad, en cualquier realidad. Y entonces sí, llegó su irónico fin, el definitivo. El que, dejándolo en ridículo, le mostró que su imaginación lo persiguió hasta lo último, llevándolo a la nada misma.
Amaneceres forzados, imitaciones inerciales y dualidades eternas. Ironía. Ridículo. Fin, nada, paz.

jueves, 6 de septiembre de 2012

#22

Ella esperó el amanecer junto al río, para observar otra vez al gigante que alguna vez los iluminó juntos. Las nubes del horizonte se disiparon, abriendo el paso. Sacó el reloj de arena de su bolsillo y lo sostuvo en su mano.
Evocó momentos de tensión, gritos apasionados de traición. Ella juzgando, él excusándose con su naturaleza, con la erosión de la rutina. Su imagen borrosa yéndose, el ruido de la puerta al cerrarse y el caer de sus lágrimas. Tormentas de llanto eternas, que hicieron de los proyectos barro que fluye por las cloacas.
Al recibir el primer rayo de luz, cerró sus ojos y apretó su mano con todas sus fuerzas, hasta hacer estallar el reloj en su interior. Su sangre se deslizaba a cada instante más lenta por sus brazos, mientras la arena se perdía con el viento. Sintió el dolor y pensó en cuándo todo se había terminado. Cuándo lo que parecía verdadero, tangible y edificado, se derrumbó frente la mirada cómplice del mundo.
El sol la contemplaba en el suspenso que ella había creado. Quería acercarse y abrazarla, quitarle las culpas, darle calor y claridad. Pero aunque ella pudiera sentirlo, estaba lejos, separado por sus párpados, por la realidad. Decidió quedarse quieto unas horas allí, donde ella lo retuvo. Romper las reglas para cumplir su deseo.
Finalmente abrió sus ojos para ver otra vez aquel amanecer, sabiendo que ahora iba a desaparecer, que el truco del reloj funciona una sola vez. Sacó un pañuelo para secarse las lágrimas y vendarse su mano, sin advertir el significado que eso tenía. Levantó su mirada una última vez y se despidió dando las gracias. Ya se sentía reconciliada con el tiempo, para dar media vuelta y volver a querer.
Luz, patrimonio del saber
Ciencia o placer,
La verdad es una vedette
Tenues, eclipsados deseos
Extraños al pensamiento,
Traspasan la ley,
Añorando los sueños de querer...

viernes, 24 de agosto de 2012

#21

[LLUVIA-FANTASÍA] 
Del error, al hilo de historia en que la acción desemboca. Temblar al recapitular los hechos, al advertir la responsabilidad, el protagonismo. Ser vos en el pasado por un rato; verme tieso, ridículo, luego enajenado. Y repetir este proceso, hasta convertirme en una imitación tuya; hasta mirar al espejo y encontrar un destello de lo que fuiste (o sos), abrazando la potestad de la locura.
En esta irónica soledad donde la compañía se vuelve irrisoria, obsoleta, bruscamente intento completar los huecos de nuestra historia, con bocetos de ficción. Te escribo suelta, atrevida, respondiendo con devoción. Pero sobre todo buscándome y dejándote encontrar. Te escribo porque de verdad no necesito otra cosa. Porque siendo perfecta me das la excusa para no resignarme, pero también para encontrarle sentido a la frustración que siento. Entonces se explican las distancias, con vos, con la realidad, conmigo mismo. El ciclo facilita la desesperación, aparecen los negros y los blancos, el éxtasis y la depresión. Y en el medio estas palabras sueltas, sueños y pesadillas, momentos de creación donde el tributo se convierte en arte, y sigo en deuda con vos.
[SIN LLUVIA - MUNDANIDAD] 

Pero.
No sos perfecta, no sos ni remotamente cercano a lo que alguien podría considerar como alguien perfecto. Ni para mi, ni para nadie. Sos la copia barata de lo que se vende, de la imagen ante la cual nos tenemos que arrodillar porque teóricamente estamos frente a la felicidad suprema. Y arrodillados debemos mirar desde abajo la cáscara de la verdad, las respuestas a nuestras preguntas sobre nuestra debilidad: todo está en la superficie, en lo que se presupone, lo que se vé, no en lo que realmente es. Espero que en algún momento salgas de la caja mental en la que te depositaron (los prejuicios, la comodidad o la ignorancia), que frenes un segundo la máquina proyectora que alguna vez se puso en marcha y puedas ver a la gente transparente a los ojos, sin que te causen rechazo.
Entonces perfecta o imperfecta, tengo que agradecerte igual. Tengo que decir “gracias” porque de alguna manera sos cómplice de estas creaciones. Del ángel inalcanzable; producto de mis más descabellados anhelos y de tus silencios, de tus insinuaciones, hayan sido reales o no. Al demonio; producto de la lógica que indaga, se empecina, en descifrar cómo llegué a este punto, con pesimismo quizás, pero basada en los hechos de nuestra historia.
Y quizás el amor sea esta ambigüedad en definitiva, y lo que varía en las personas es el tipo de creación, no tengo la más remota idea...
[DESAHOGO] 

Gracias.


martes, 17 de julio de 2012

#20

Soledad. Letargo en estado puro, ráfaga de ira contra el vestigio de su amor. Canción de tristes melodías; y en ella la melancolía, la verdadera pasión.
Hoy sentir le da vergüenza, tatúa al personaje con tribales de debilidad. Mundo corto, lleno de decepción, quién te dará la cuenta de que no somos inmortales, de que en el defecto esta la evolución. Él se mira al espejo y ve una imagen, observa el resultado, sin entender la proyección.
La vida. Planos y planos, saltos de página, rutina, meridiana obsesión. Encontramos y perdemos, dualismo verbal, que en días y noches sintetiza lo irreducible.
La vida se le muestra altiva, lejana y sombría. Quiere querer; invertir en el añorar, produciendo alguna acción digna de llamarse historia. Sabe que no sabe, y que es lo único que aprendió. Cada paso es un tropiezo hasta que se aprende a arrastrar. Ahora la realidad ralentizada le asegura un momento de certeza: existe porque tiene dolor; porque aunque esté lejos del camino sigue dejando huellas.
El arte y la creación, destellos guardados, combinando, mezclándose para dar a luz a una nueva sensación. Desahogo en notas y color; transmitir para aliviar la carga, en honesta, modesta revelación.
Piensa que todo busca la simplificación; que somos más pero entendemos menos; que en el detalle está la razón, aunque haya cultura de creer lo contrario. Pero cuando quiere comunicar la lengua se le congela, siente que no debe, no puede develar. Lo chico y lo grande se le presentan en conceptos de endebles significados. Se confunden entre sí, como si no tuvieran leyes el uno sobre el otro. Se persiguen, se fraccionan, y vuelven a su lugar. En ese caos advierte que su seguridad va de la mano con su autoestima, y que éstas cruzan la calle de la verdad, agarrándose de la subjetividad.
Subjetividad. Laberinto y condena.

viernes, 22 de junio de 2012

#19

La palabra que buscaba era “buscar”. Comienzo, fin, el sentido.
Afónica, hasta tímida, su voz entra en contacto con la esencia misma de la esencia. Ya no hay drama, solo su caprichosa risa: transportando miradas, evocando paraisos.
El quiebre haciendo vibrar el pecho, tono a tono, como el amor cantado por un soñador. Ella es la soledad, lo inalcanzable, para algunos olvidada, para muchos el único motivo: Resignación o religión. El “encontrar”, “perder”, “seguir” y no olvidar.
Y así en epifánica memoria, su rostro me atormenta guiñandome un ojo con displicente humor. Busco mortalizar la imagen pero no puedo, cada instante en su recuerdo es eterno: dejo que pasen los mundos por delante, por encima. Mi forma cambia, mis “quiero”, mis “no puedo” cambian, pero ella no.
Ahora veo estas patéticas palabras una caminando tras la otra, suplicándote, idolatrandote, y siento; Pienso en por qué tuve que ser yo, yo y mi tiempo, las víctimas de tu divina existencia. Pero la respuesta es tan fácil que avergüenza.
Tonto
Tonto es simple palabra
de simple poeta
de palabras sencillas,
tardará mil años,
en redundantes versos
en repetidas palabras,
como palabra,
en expresar, en descargar
en explicar en fin,
quien fue ella,
quien no fue él,
cuántos fuimos.
Si ahora soy él
repitiendo
repitiéndola.
Y aún no puedo,
aún no quiero,
Dejar de...
Tonto.

martes, 15 de mayo de 2012

#18


La hoja caía, balanceándose, primero flotando y luego cayendo en punta. Él la observaba y sentía que miraba a un espejo. La lucha por no llegar al final de su camino, los arrebatos apresurando el destino. Se preguntaba si la hoja flotaba por instinto, por amor propio o miedo; Si sentía nostalgia por estar cayendo sola. Él también había sido parte de un gran árbol, lleno de vida y seguridad.
Luego la ciencia, siempre la ciencia. El otoño la habría apartado de su lugar, la gravedad ejecutado su sentencia. El aire la sostuvo lo que pudo, mientras su superficie se encontraba paralela al suelo. Hasta que un débil viento la inclinó levemente, haciéndola ir en picada.
Entonces comprendió: Su otoño era la rutina, la soledad su gravedad. Y había estado luchando, flotando con su esperanza, hasta que el débil soplo de la memoria, lo hizo ir en picada. Los recuerdos construían su realidad. Se dio cuenta que no quería más, solo chocar contra el piso; Solo apretar el gatillo.

miércoles, 2 de mayo de 2012

#17


Cómo sentirás la quietud, la amarga soledad, en la que la noche nos encuentra.
Y esperar la luz a ojo abierto, la esperanza, como quien no recuerda.
Corre el tiempo y nos deja enterrados, despistados.
Como sal que se diluye en agua, nuestras historias se esparcen en lo actual, lo nuevo, lo calculable.
Ahora “somos” nos une solo por compasión, por no variar una costumbre.
Somos lo que quedó después del incendio. Somos polvo aglutinado para darle forma a la incoherencia. Y nos juntamos para vernos los unos a los otros, comprender la gran hipocresía de la razón, de las relaciones, y reír, y llorar, y sufrir, y disfrutar…pero nada, nada con certeza.
Yo soy el mar. Llevo y traigo mi tristeza,
Vos sos el río. Y no tenés conciencia.
Pero eso es lo que te trae
Eso nos condena.
En la mezcla un poco de pasión
Hasta ser uno, perdiéndote.
E ir y venir
De orilla a orilla
En agónica armonía.
La espuma luego de la rompiente, tus sonrisas, flotan sobre mí, sobre ti…tan lejos como las estrellas.

lunes, 19 de marzo de 2012

#16


Cuelga de un peldaño la magia que hace de las frases una costumbre. Llora huérfano el hecho, por perder terreno con la rutina. La realidad se vuelve real, posible, al estructurarse la batalla de percepciones. Y en repetición, mezcla, copia, el ciclo se reanuda eternamente; La originalidad está de luto, la imaginación tratando de figurarse en el tiempo, el tiempo queriendo existir, más allá de la carne, más allá de la razón.
En época de máquinas, la locura se vuelve el aceite que lubrica la vida. Lo material se convierte en ley, la tendencia religión. El espíritu se aquieta, ya no es llama, ya no vibra; Ahora es hielo, sentenciado a fundirse, a huir por la rejilla de los vicios.
Y las voces aluden progreso, cuando todo se amontona, se simplifica hasta el error constante. Se omite. Se pregona lo inmediato, lo intrascendente, lo banal. El sentir se pasa por alto, se estudia el arte, amputando alas con la vanidad hecha tijera.
Contagiada del olvido, la felicidad se pierde en distracciones, en esperanzas fugaces, trampas del destino. Cuando a lo sobrio lo embebió la soledad, lo atacó el aborrecimiento, el hábito de no comprender absolutamente nada. De leer una y otra vez estas palabras, y ver formas huecas del saber, llegar al vómito, descomponerse de tristeza, no más.

martes, 7 de febrero de 2012

#15


Quisieras elegir, sacar palabra de tus acciones, y viceversa. Sentar historia, y verla desde arriba, con gesto demandante. Es que ya no hay tiempo para reproche alguno, es que ya no hay tiempo en general. Por tus venas corre el remordimiento hecho sangre, hecho peste, viaje sin regreso.
Aún, aún existe, y quisiéramos creer, esto compartimos, que las letras sigan formando palabras, en eterno atestiguamiento. Pero por costumbre aceptaremos, que se queda corta la realidad, para cumplir nuestras expectativas. O qué o quién, de frente hacia nuestros versos hechos polvo, hechos moléculas, desde el fin de los tiempos podrá devolvernos uno a uno nuestros momentos, para contagiarse nuestras risas, nuestros dolores, nuestra aún más infinita ignorancia, y perderlo todo de nuevo.
Yo quisiera estar en tus sueños, como vos estás en este; Devolverte vitalidad, entereza, y la capacidad de seguir soñando. O aunque sea me gustaría mirarlos por la ventana, recordar la calidez que alguna vez tuviste en carne, verte abrir tus alas, volando bajo, por donde solíamos encontrarnos. Así, abrazar la nostalgia como si fuera un hijo criado por extraños, forzadamente alejado y finalmente reencontrado.
Pero no se trata de querer, al quiero le robo el lugar el deber. Debemos sobrevivir, mezclarnos en realidades y emborracharnos hasta el zozobro. Se trata de pretender, de no ser, de ponerse las ropas de una figura, un símbolo estoico; de romper en trivialidades, lo que la imaginación nos marca, buscando la aceptación de la mezcla, encajando como mejor se pueda de engranaje. Y cuánto antes que yo entendiste todo esto y marcaste el fin, cuánto antes te abordó lo conformista.
Te despido con el corazón:
Triste y confundido, tembloroso candor
Quién robó de tus manos
No posee explicación
Te preguntas dónde, por qué
En eterna nebulosa, ineludible obsesión…
Ya la raíz fijo lo que florecerá marchito
Lo que en vana emulación
Apagará los fuegos de sus almas
Y aún así en cenizas
Forjará nostalgia su precipitación
Quién, Quién aún te preguntas
Quién finalmente asesinó tu amor
El tiempo afiebrado arrimó una respuesta:
Quién sino, a eso que llaman razón.

sábado, 28 de enero de 2012

#14


Nausea convertida en océano, hoy terminan en marea, los desechos de nuestro amor.
Extrañar es un proceso al que la vejez atrae ineludiblemente, y aunque no seamos capaces de rehacer el pasado, hacemos del futuro inmediato, una reconstrucción borrosa, incompleta y turbulenta de lo que fue “realidad”. Pero no es para afligirse, hacemos lo mismo con el presente.
Pero por qué extrañar, anhelar lo que fue o no fue. Estamos enviciados con la distorsión. La ambición se nos escapa de las manos, nos infla hasta escapársenos por las orejas. Y para seguir con el tono, la contradicción, solo hace falta nombrarla.
Esas tres palabras me llevan a pensar al amor. Y el amor trae a la ilusión, al poeta.

Canción de piel
Trae en su interior armonía
Dulce, rompe corazones
No la olvides, no la sufras
Porque quieras o no
Desafinada también es Ella

Y quién le quiere encontrar algún sentido, el río de pensamientos desquiciados, tiene la ventaja que no mira hacia atrás. Y cada gota, cada litro de nuestro caudal, tiene un mito, el fin encriptado.
Solo hay que seguir gritando, como si alguien fuera a contestar del otro lado.